Daniel Innerarity, filósofo y politólogo, fue uno de los ponentes que contribuyó en los Días C 2020 a dibujar el marco en el que nos encontramos, el contexto en el que hoy se desarrollan las nuevas conversaciones entre marca y consumidor. Un entorno marcado por la incertidumbre en que vivimos, por la actual situación de cambio y de inestabilidad. Algo que, sin embargo, no es nuevo para el ser humano.
“La incertidumbre forma parte de la vida humana, tanto de su dimensión personal como social. Solo tenemos certeza de que somos mortales, pero no sabemos ni cuándo ni cómo se verificará esa condición”, señaló Innerarity. “Estamos en una época de gran volatilidad, en medio de transformaciones geopolíticas cuyo resultado es difícil de adivinar”, añadió.
Pero no es solo la incertidumbre lo que impera en estos momentos. Según el ponente, vivimos en un mundo marcado también por la complejidad y, sobre todo, por las dificultades para gestionarla. “Tenemos una gran dificultad de gestionar y comprender la complejidad. Este es el punto decisivo. Vivimos en un mundo donde aumentan la complejidad y la densidad de las interacciones…. y nuestra actual incertidumbre corresponde a la incapacidad de generar conceptos e instituciones capaces de hacerse cargo de tal complejidad”.
Aun así, Innerarity asegura que cada vez somos más conscientes de que debemos estar preparados para las sorpresas que proceden de nuestra dinámica de vida. “Vivimos en un mundo que está más hecho de misterios que de puzles. Muchos de nuestros errores no se deben a que seamos irracionales sino a que no sabemos lo que va a pasar. Ignoramos muchas cosas porque se encuentran en el proceso de emergencia antes de su irrupción. Las crisis económicas, sanitarias, climáticas… son el caso más agudo de esta imprevisibilidad”.
También señaló que somos una sociedad cada vez más consciente de su no saber y que progresa aprendiendo a gestionar el desconocimiento en sus diferentes manifestaciones: inseguridad, verosimilitud, riesgo, incertidumbre… “El modelo de saber que hemos manejado hasta ahora era ingenuamente acumulativo. Esto ya no es así. …. Las sociedades del conocimiento van a tener que enfrentarse al no saber desconocido. A saber, si son o no relevantes, los desconocimientos que se desconocen”, dijo.
La ciencia no es suficiente
Explicó que durante mucho tiempo la sociedad moderna ha confiado en poder adoptar las decisiones políticas y económicas sobre la base del saber científico. “Hoy sabemos que la ciencia en muchas ocasiones no es suficiente, fiable y consistente como para poder tomar decisiones indiscutibles y socialmente legitimadas. Pensemos, por ejemplo, en los riesgos de las vacunas…”, apuntó. Y continuó diciendo que las decisiones para este tipo de asuntos deben remitir no tanto al saber, como “a una gestión de la ignorancia justificada, racional y legítima”. “La ciencia”, añadió, “no está en condiciones de liberar a la política de la responsabilidad de tener que decidir en condiciones de inseguridad. En este contexto se necesita un tipo de ciencia que coopere con la política en la gestión de la incertidumbre”.
Afirmó también que entre los haberes más importantes están la flexibilidad y la capacidad de adaptación en un entorno borroso y caótico. “Así parece ponerlo de manifiesto los tipos de perfiles profesionales más demandados. Aunque lo cierto es que seguimos educando para la certidumbre”, apostilló. “Podríamos sintetizar el cambio de mentalidad que se requiere en estos momentos en la idea de que tenemos que equilibrar nuestro deseo de controlar las situaciones con la exposición a la incertidumbre”, añadió.
Contó asimismo que, si en otras épocas la ignorancia se combatía eliminándola, la actual era de la incertidumbre nos invita a considerar que hay una dimensión irreductible en la ignorancia, por lo que debemos entenderla, tolerarla o incluso servirnos de ella y considerarla como un recurso. “Esto no es tan abstracto como parece. Anteriormente”, afirmó. “hemos aprendido a interpretar las previsiones del tiempo, a tomar decisiones políticas o económicas con una información insuficiente… Únicamente los beatos digitales consideran que el big data va a despojar a nuestras decisiones de cualquier riesgo o incertidumbre”.
Por eso animó a desarrollar una actitud más probabilística, en la vida personal y colectiva. “Este cultivo de la incertidumbre”, comentó “puede resultar un factor inesperado de democratización. Allí donde nuestro conocimiento es más incompleto son más necesarias instituciones y procedimientos que favorezcan la reflexión, el debate y la crítica. Nuestras instituciones democráticas no son una exhibición de lo mucho que sabemos, sino un reconocimiento de nuestra ignorancia”.
Incertidumbre e ingenio
En el último tramo de su intervención, Daniel Innerarity insistió en la necesidad de aprovechar la incertidumbre en que vivimos para ser más ingeniosos y positivos, y para tratar de transformarla en posibilidades de aprendizaje.
“La incertidumbre es incómoda, en ocasiones dramática, pero también representa una posibilidad de desarrollar el ingenio. Porque enriquece nuestro mundo y nos distancia de la estrechez convencional, quiebra las rutinas y nos recuerda que vivimos abiertos hacia el futuro”, sentenció.
Innerarity concluyó su exposición animando a aprender a vivir en la inestabilidad y a adoptar una actitud positiva hacia la naturaleza a incrementar de los cambios. “No podemos dejar de prepararnos para lo inesperado. Estamos ante el desafío de aprender a gestionar esas incertidumbres que nunca pueden ser completamente eliminadas y transformarlas en riesgos calculables y en posibilidades de aprendizaje. Las sociedades contemporáneas no solo tienen que desarrollar la competencia para solucionar problemas sino también la capacidad de reaccionar adecuadamente ante lo imprevisible. No va a ser una tarea fácil, pero podríamos consolarnos considerando que somos una sociedad del desconocimiento, no tanto porque sepamos poco, como porque no sabemos lo suficiente en relación con la dimensión de las empresas que hemos decidido acometer”.
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