El diseñador Stefan Sagmeister acudió al c de c 2018 para estar presente en la premier de Happy film en España. Una película protagonizada por el propio diseñador en la que narra cómo durante una época de su vida trató de alcanzar la felicidad mediante tres vías: el compromiso (amor), la terapia y los fármacos. Un relato de una experiencia personal, con algunas dosis de surrealismo y humor, que sirvió para poner fin a la segunda jornada del c de c 2018. Tras la proyección, Sagmesiter respondió a las preguntas del público. Estas fueron algunas de sus respuestas:
“Hacer una película sobre la felicidad me provocó una gran infelicidad, mucho más que la carátula del disco de Aerosmith. Había sobreestimado mi capacidad de hacer una película. Además, el tema de la felicidad es complicado. Y desconocía que una película personal es lo más difícil de rodar. Reconozco que no fue algo inteligente por nuestra parte. Del lado positivo, diría que este proyecto me ha permitido hacer otras cosas muy interesantes: unas charlas que realicé sobre la película antes de terminarla (y que me permitieron invertir en ella el dinero que cobré por hacerlas) y una exposición sobre la felicidad que ha dado la vuelta al mundo (ahora mismo está en Lisboa, de donde vengo). Sé que nunca habría terminado la película de no ser por esta exposición y por las charlas. La exposición generó un feedback muy positivo”.
“Si pudiera cambiar algo de la película, daría más fuerza a la parte final. Y tal vez debería haber explorado más mis relaciones, mis trabajos… La película dice que una parte de la enorme felicidad se debía a los fármacos que tomaba. Pero creo que eso tampoco tuvo tanta influencia. Simplemente creo que me había enamorado”.
“Ha sido un experimento personal que nació como un proyecto de diseño. He aprendido que para tener un día feliz 15 minutos de ejercicio por la mañana son mejores que 30 de meditación”.
“He visto tantas veces la película que para mí ya ha perdido su impacto. Hay algunas escenas que me daban tanta vergüenza verlas que tenía que taparme los ojos. Rodamos mucho, siguiendo los consejos de un realizador muy bueno que me dijo que grabara todo y luego lo editara. Tengo que decir que mi mayor decepción me llegó durante la edición. En cambio, el rodaje no me afectó”.
“La pregunta es ¿eliminamos la felicidad al buscarla? Creo que podemos explorar áreas de nuestras vidas y mejorarlas. Pero que lo mejor es que la felicidad surja en vez de forzarnos a encontrarla. De los tres intentos que hice (compromiso/terapia/fármacos), el que mejor funciona es el de la terapia cognitiva. Es como ir al gimnasio. Si vas mucho y entrenas bien existe una posibilidad de que cambie tu cuerpo. Ocurre lo mismo con la terapia”.
“En la película queda claro que me gusta mi trabajo. Es importante tener éxito en la vida profesional que hemos elegido. Pero también que te guste lo que haces. Recientemente, conocí a una diseñadora egipcia que no era feliz. Y un buen día decidió hacer lo que realmente le gustaba: desmantelar cosas. Les hace fotos y vídeos y cuelga las imágenes en Instagram. Y eso se ha convertido en un negocio. Tiene muchos seguidores. Es algo que me hace reflexionar. Si hacemos algo que nos entusiasma y es interesante seguro que habrá alguna persona dispuesta a pagar por ello. Lo que nos gusta a nosotros también les gusta a otros y de ahí surgen las marcas. El diseñador siempre construye algo a partir de lo que le apasiona”.
“Si estoy bien, trabajo bien. Si carezco de energía, hago trabajos básicos. Yo creo que lo del artista infeliz haciendo grandes trabajos es un mito. Yo, desde luego, trabajo mejor si me encuentro bien”.